Hola a todos, por fin una conexión de verdad que funciona rápido y, lo mejor de todo, con mi ordenador así que ya no tengo problemas con eñes y acentos.
Hace dos días que terminamos en Larache (ahora estamos en Agadir para recoger a Espe y marcharnos mañana o pasado a Goulmine) y para mi ha sido lo más impresionante de lo que llevamos en Marruecos.
Antes de contaros la experiencia de trabajar y conocer a los habitantes del barrio de Jnane Atzout (nombre que me cuesta pronunciar un mundo en árabe) quiero contaros un poco mi día a día.
Nada más llegar a la ciudad, fuimos a visitar el barrio a pesar de no contar con la presencia de ningún coordinador.
Es un antiguo asentamiento chabolista que gracias a la iniciativa de cooperación al desarrollo de la Universidad de Sevilla y otras entidades se ha transformado en un barrio de casas decentes.
Sólo queda en pie una chabola cuyo dueño es algo conflictivo y no accede a derribarla, dicen los vecinos que porque tiene cabras y entonces tendría que deshacerse de ellas ya que el control en el cuidado y sanidad en los hogares no lo permite (algo surrealista que nos ha recordado a casos parecidos bien conocidos en Sevilla).
Los responsables estudian a cada familia y analizan sus carencias para proveerles de la ayuda necesaria para levantar sus casas.
En los cinco años que lleva el proyecto en funcionamiento se han construido unas ochenta y ocho casas.
Calle principal de Jnane Atzout
Los habitantes de Jnane Atzout son gente humilde que en su mayoría se dedican a la pesca y a sectores como la carpintería y la albañilería. Con su trabajo y pequeños ahorros, sumados a la ayuda de cooperación han logrado levantar de la nada un enclave digno que rebosa vida y hospitalidad.
Cuentan con electricidad de manera legal pero poco segura ya que son habituales los enganches por lo que los cables quedan demasiado accesibles y suponen un peligro. Pero el verdadero problema del barrio es el agua; tanto la Widhadiya (Oficina de barrio parecida a lo que nosotros conocemos como asociación de vecinos) como los responsables del proyecto de rehabilitación de Jnane Atzout, se pelean con las autoridades y la burocracia corrupta de la provincia para conseguir la canalización de las aguas.
A día de hoy, sólo hay dos puntos de abastecimiento de agua, uno en la parte alta y otro en la parte baja del barrio. La gente tiene que ir diariamente a abastecerse a esas fuentes, normalmente llenan recipientes de plástico de cualquier tipo incluso hemos visto que utilizan botellas de productos químicos y nocivos como la lejía.
He de reconocer que antes de llegar tenía mis dudas y mis reticencias sobre la acogida que nos darían. Pues ha sido toda una sorpresa; en los días que hemos estado aquí nos conoce todo el pueblo, nos han tratado de maravilla, nos han ayudado en todo lo que han podido y su amabilidad nos ha facilitado mucho el trabajo.
Los niños, en especial, nos han tocado bien hondo a todas porque se les ve felices a pesar de todas las dificultades que les rodean; se han mostrado muy accesibles, sin miedo a la cámara, todo lo contrario que los adultos que en su mayoría accedían con mala cara o directamente te decían que no; había que hacerles fotos a escondidas muchas veces.
Fátima Szora y su hermana pequeña Jaitma
Mohamed y Mohamed
Al tercer día de estar en Larache, llegó Elsy, arquitecta y una de las coordinadoras responsables del proyecto que ha sido nuestra mejor guía y una compañía muy agradable. Nos explicó todo lo que debíamos saber del barrio y sus habitantes, del trabajo realizado en los últimos años y de las subvenciones y del futuro más inmediato.
Ella trabaja codo con codo con los responsables de la Widhadiya analizando y supervisando uno por uno cada caso y distribuyendo la ayuda de manera equitativa.
Elsy y Abdellatif, vecino de Jnane Atzout, albañil y miembro de la Widhadiya
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